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Highlights

  • onsidero a Janan Ganesh como uno de los analistas más inteligentes de la sociedad actual. En una de sus piezas del mes pasado en FT (en inglés) consigue extraer las consecuencias de un tema que hemos comentado ya en la Causas y Azares: la sobreproducción de élites. La tesis del autor es que el crecimiento de las universidades puede estar en la raíz de la polarización social contemporánea. Señala que el nivel educativo es, según las encuestas, el mejor predictor de la apertura al populismo político. Por ejemplo, quienes no tienen título universitario tienden a favorecer líderes populistas (como Trump en EEUU y Brexit en Reino Unido), mientras que los titulados superiores muestran mayor apoyo a alternativas liberales. (View Highlight)
  • Y en su desarrollo llegamos a lo que más me interesa: Ganesh plantea que hay un “número perfecto equivocado” de universitarios. Son los suficientes para excluir culturalmente a quienes no acceden, pero no tantos como para ser mayoría electoral. Así, los graduados dominan espacios culturales y sociales por unos años, pero pierden en las urnas. Esta división ha creado “dos sub-naciones” dentro de los países occidentales, profundamente separadas y socializadas casi exclusivamente entre sí. (View Highlight)
  • De hecho yo extendería esta división al control de internet, desde la moderación de plataformas a la lucha “contra el discurso de odio” o la tendencia a señalar a las herramientas que no se adoptan como las grandes causantes de enormes males. Se trata de una élite que intenta mantener su posición dominante en la generación de opinión pública frente a otra que emerge y que se abraza a las nuevas formas de comunicación. (View Highlight)
  • ¿Es el auge universitario el mayor factor de ruptura interna en Occidente, incluso más que la inmigración? Si atendenmos a que la actitud sobre esta última está influida por el nivel educativo, es una hipótesis a considerar. (View Highlight)
  • De hecho se ha estudiado que los parlamentarios europeos están sistemáticamente más a favor de la inmigración que sus votantes: sucede en prácticamente todos los países europeos, con todos los partidos establecidos (incluidos los conservadores) y, en mayor o menor proporción, en todos los grupos demográficos. (View Highlight)
  • Virginia Mendoza Benavente recupera en Herencia latente un antiguo artículo en el que exploraba cómo la espera funciona como un mecanismo de control social y reflejo de las diferencias de clase en nuestra sociedad. Señala la autora que “el dinero permite evitar las colas y las esperas en general mientras se hace ostentación de cierta riqueza y poder”. El sociólogo Javier Auyero argumenta que por lo tanto “las colas perpetúan la situación social” y que “esperar es de pobres”. (View Highlight)
  • Mendoza cuestiona la concepción tradicional de la paciencia como virtud, señalando que su raíz latina (pati) alude al sufrimiento. De hecho ha surgido un mercado donde se puede pagar a otros para que hagan cola, mencionando servicios como Glovo para restaurantes sin reservas y aplicaciones como iQueue en Singapur. (View Highlight)
  • Por eso me ha interesado mucho la tesis de Robert Wu en China Translated (en inglés): la tecnología es central en el cambio de China de una sociedad de baja confianza a un lugar donde la gente es menos escéptica con los desconocidos. El país está volviéndose gradualmente más confiado, en parte gracias al uso generalizado de herramientas digitales. (View Highlight)
  • Por ejemplo, la tecnología de vigilancia y las aplicaciones móviles hacen que la gente tenga menos incentivos para mentir, hacer trampas o discutir en público (View Highlight)